La mesa verde
El sol como un gran animal demasiado amarillo. Es una suerte que nadie me
ayude. Nada más peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibir ayuda.
Pero a mi noche no la mata ningún sol.
¿Tendré tiempo para hacerme una máscara cuando emerja de la sombra?
Me pruebo en el lenguaje en que compruebo el peso de mis muertos.
El mar esconde sus muertos. Porque lo de abajo tiene que quedar abajo.
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La única herida
¿Qué bestia caída de pasmo
se arrastra por mi sangre
y quiere salvarse?
He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra.
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L'obscurité des eaux
Escucho resonar el agua que cae en mi sueño.
Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo
en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis
aguas, me digo mis silencios. Toda la noche
espero que mi lenguaje logre configurarme. Y
pienso en el viento que viene a mí, permanece
en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia
desconocida. A mí me han dado un silencio
pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada
como el único pájaro en el viento.
--- tan solo así serás feliz --- https://www.youtube.com/watch?v=hUhX4pSRKz0
lunes, 9 de diciembre de 2013
martes, 22 de octubre de 2013
Actividad máxima solar – _ _ _ _
Caminaba sola. Quizás
con gente a mi alrededor, pero sola. Ya era una costumbre muy rara, una
naturalización inesperada. Era la eterna oportunidad que se desplegaba hacia el
futuro sin medir las consecuencias. Mientras tanto un juego de sombras me
perseguía en la ciudad. Brillaba de a ratos, me opacaba bastante y así, en ese,
otro de los tantos ciclos, convivimos bastante.
En otro vaivén del
tiempo, quedé totalmente aplastada por la lluvia, devastada. No podía salir de
esa circularidad indigna que me envolvió en la más infinita tristeza. Todo era
confuso, los días, la vida, las calles del centro. A la noche temblaba de miedo
y una seguidilla de preguntabas rondaban en mis hemisferios, derecho e izquierdo
y viceversa.
En esos momentos, en
que uno pierde todo tipo de nociones, la lluvia inmensa se convirtió en cause. Por
medio de las tecnologías empezamos a rondarnos, como los cangrejos
cuando quieren aparearse. Él llegaba, yo lo esperaba, y una corriente de viento
solar me partía en dos cada una de mis piernas y caía a un suelo que no era el
típico. Esa ronda victoriosa, ese cortejo incaudicable, empezó a atravesar las
sombras, la tristeza, los puentes rotos que me conectaban con la actividad. Una
noche bailamos, hacía calor, era febrero. Estábamos rodeados de gente, que yo
empezaba a reconocer porque tenían un rostro, también una pena, pero todos
bailábamos y tomábamos cerveza, contentos de este telón.
Me
manejaba en un campo magnético que sacudía hacia todos los lados, girando
siempre en torno a nuestros polos, que bien diversos, se empezaban a conjugar.
Me devolvió una luz y yo le devolví un poema. Me levanté en un feriado, a
mediados de marzo, con un impulso a las teclas que no podía controlar. Con una
mezcla de vergüenza y osadía, escribí muchos versos. Le dije, de una manera preciosa, que se encontraba en el inventario de las
energías más potentes de la vida. Nada me podía detener hasta cerrar esas ideas
que desplegaban gramática y sentido. Y ese fue tal vez, el punto de partida.
El rojo se ponía más
denso, los demás colores, el azul. Pasaba el tiempo y las pasiones se
desvanecían en actos y volvían a resurgir en sonidos y otras cosas. Las
tormentas solares se hacían presentes. Las certezas eran cada vez más
profundas. Las dudas también. El alma estallaba de actividad, se desmenuzaba en
quinientas partecitas, volvía a reconstruirse y otra vez el círculo y las etapas
bien raras.
Al
abrir las persianas todo supo ser más fácil. Ese amarillo incandescente, el
surgir de la mañana, tras mañana, tras mañana. Los días con sus vueltas y los
terribles cambios climáticos. Se produjo esa evolución estelar que me llamaba a
tener demasiadas convicciones. Algunas tardes volábamos, nos escapamos cuarenta
kilómetros en colectivo y caminábamos; otras noches nos veíamos involucrados en
la mafia de Brando: la delicia de pernoctar.
Él
y sus manos me abrieron las puertas de la extrema fuerza de voluntad. Admiro
esas extremidades cuando recrean la geometría descomunal. Su presencia se hace
viva en lo que inventa con el paso de las horas; y yo resucito en cada línea y
escribo cosas en una libreta, que surgen espontaneas, para no olvidarlas.
Es
en esa polaridad solar extraordinaria que fluyen nuestras energías. Sus rayos
me siguen atrapando y fundiendo en esto que es tan misterioso como la muerte
misma. Yo soy arbitrariamente otra desde que bailamos esa noche, en la que
comencé por reconocer algunas caras. Él sabe ser esa luz fotosintética que
todos necesitamos para crecer y transpirar, y a eso lo llamo el ciclo divino.
* feliz cumpleaños a la persona más linda de este planeta lleno de agua y flotadores.
martes, 13 de agosto de 2013
Invasión de Gente (((I)))
I
Llegan
sobres, nunca son cartas
Ni boletas.
Papeles de
pasamano y no pasatiempos.
Bajo y subo,
escaleras,
puertas vaivén.
Estoy cansada.
Me ahoga el
calor y el frio.
Ya no me
gusta separar días: letargo callejero.
II
Veo un
edificio desde lejos.
Tiene las
salidas de los calefactores
en forma de
tubos
de aluminio.
-pienso el
nombre de la foto –
“Calefacción
central”
III
Camino
bordeando el zoológico
Escucho solo
un animal
que no
distingo
pero sé que
es animal.
Y no sé si
está acechando
mi borde
propio
mi sangre.
IV
Los viernes
todos
nos miramos sin ganas,
estilo de vida zen.
Es inocente
la caminata
densa
tiene
perfume
temor de la gente
levantar los
ojos
y encontrar
la textura
de la piel
de la naranja.
*Seguimos caminando bajo la sequía extrema de la observación.- http://www.youtube.com/watch?v=fVNcSAy_B48
martes, 26 de marzo de 2013
el metro del distrito /// //// Observaciones sorpresa
El sentimiento siempre fue ambivalente. Las personas cambiaban de andén como de camisa y yo estaba parada ahí con miedo y valor de aventura. Con los días el mensaje que él me daba se extendía y los tres pesos de boleto era lo que pagaba por tanta información. Me avergonzaba tan desigual intercambio, yo estaba de tránsito y él era el colectivo imaginario que hacía que mi mente tan rápida como su velocidad vuele por lo subterráneo y cambie de planetas y de hora de un instante al otro. Mochilas parlantes, historiadores frustrados, cantantes novatos, promesas de bolígrafos, comidas picantes y calientes, transpiración, roce. Manos y ojos por doquier. Ojos. En este punto me detengo. Me sentía atravesada por las miradas de los pasajeros. Percibía un embrujo satánico, un mensaje de siglos. Miradas rasgadas, ojos negros impolutos: de ese antifaz infinito se lanzaban brazos que me tomaban para que mi cara no deje de seguirlos. Tal vez era yo la que tendía el ritual sobre ellos tratando de averiguar quiénes eran. Prefería imaginarme ficciones que podían ser tan lejanas como cercanas a esa realidad. Afinaba con los días también mi escucha. Las quejas, las risas. Los tonos, diferentes de barrio en barrio. Las canciones de los niños y la fatiga de los ancianos, que también tomaban el metro sin pensar en la idea de que alguien les preste su silla. Estar ahí, agarrarme de la baranda y respirar el poco aire que podía era la escena que prefería de la estadía. Ir de punta a punta, recorrer por lo bajo una ciudad hundida, hacer conexiones como se conectan las estrellas y una y otra vez verificar bajar en la estación correcta, señalando el mapa con mi dedo, dejando que él también haga ese trayecto. Pasar de la estación azul hacia la rosa, ir en dirección hacia la universidad descubriendo por mí misma luego las demás cuadras llegando al destino, con personas que no conocía pero que estaban vivas como yo, y que tal vez con otros fines de viaje, se acoplaban a mi plan de mediatarde. Los besos de las parejas, los scouts con broches y cintas colgando de sus medias blancas, los ciegos y sus canciones, la alegría de verlo llegar y dar cuenta de que el maquinista era en realidad mujer. Todo se montaba para sorprenderme. Inspeccionaba hasta las bolsas del mercado descifrando qué era aquella verdura verde con pinches, unas bebidas flúo o chicles de otros sabores. Un día mirando las pantallas de información me topé con declaraciones de Maradona y sin poder compartirlo con nadie, me subí contenta sintiéndome un poco acompañada aunque más no sea por una noticia. Mis distracciones puede que sean mundanas, pero son mías y yo las transformo en sorpresa.
* Soy una esponja de mar •• http://www.youtube.com/watch?v=_56GlDtyl2U&list=FLdUy0Zgo9-sMdSZ1fx00JWg
* Soy una esponja de mar •• http://www.youtube.com/watch?v=_56GlDtyl2U&list=FLdUy0Zgo9-sMdSZ1fx00JWg
martes, 29 de enero de 2013
Patear más piedras /// /// - //
No busco en
los umbrales
que no
tengan un farol a medida,
no evito
peleas callejeras
no evito la
gente que se queja,
simplemente
me fijo
si ahí es
donde me quiero quedar
bajo un
ancla serena que me tira
y se ríe.
Si es que
intento silbar
en un tono de eternidad
o tomar algo
que no me hará mejor.
Tal vez
alivie el alma
o las
articulaciones
pero la voz
canta otras cosas
[la voz en
off siempre presente]
La calle
ahora me suena a herida
los pies
rojos, las ampollas de agua,
amarillas,
como el sol
cuando
explora personas ajenas.
En el
bolsillo quedan fantasmas
los papeles
se rehúsan a envolverme
y llego a
casa empapada,
llego a casa,
y no tengo
más que verduras,
limones,
que sanan solo
a un hígado.
La realidad
tiene una doble cortina
incesantes
colores,
hoy soy un
remito
pero puedo mutar
en orquesta:
con la
palabra, explota el sentido
y trago un silencio
de paz, la
casi absoluta.
*Fascinada con los puntos de inflexión, la observación pura, esa capacidad que es mi deseo para ustedes en este 2013. Miremos a todas las personas a la cara, sus rasgos, hay tanto afuera de lo que tenemos que aprender. Y amemos, a quienes queremos tener bien cerca, a las plantas, el mar y todo cuanto valoremos. Sí que el amor salva. http://www.youtube.com/watch?v=KiXLIfdHxfc
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