lunes, 9 de diciembre de 2013

esta vez, el lugar se llama Alejandra Pizarnik ---.---.

La mesa verde

El sol como un gran animal demasiado amarillo. Es una suerte que nadie me
ayude. Nada más peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibir ayuda.

Pero a mi noche no la mata ningún sol.

¿Tendré tiempo para hacerme una máscara cuando emerja de la sombra?

Me pruebo en el lenguaje en que compruebo el peso de mis muertos.

El mar esconde sus muertos. Porque lo de abajo tiene que quedar abajo.


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La única herida 

¿Qué bestia caída de pasmo
se arrastra por mi sangre
y quiere salvarse?

He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra.


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L'obscurité des eaux

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño.
Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo
en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis
aguas, me digo mis silencios. Toda la noche
espero que mi lenguaje logre configurarme. Y
pienso en el viento que viene a mí, permanece
en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia
desconocida. A mí me han dado un silencio
pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada
como el único pájaro en el viento.


--- tan solo así serás feliz --- https://www.youtube.com/watch?v=hUhX4pSRKz0

martes, 22 de octubre de 2013

Actividad máxima solar – _ _ _ _

           
Caminaba sola. Quizás con gente a mi alrededor, pero sola. Ya era una costumbre muy rara, una naturalización inesperada. Era la eterna oportunidad que se desplegaba hacia el futuro sin medir las consecuencias. Mientras tanto un juego de sombras me perseguía en la ciudad. Brillaba de a ratos, me opacaba bastante y así, en ese, otro de los tantos ciclos, convivimos bastante.
En otro vaivén del tiempo, quedé totalmente aplastada por la lluvia, devastada. No podía salir de esa circularidad indigna que me envolvió en la más infinita tristeza. Todo era confuso, los días, la vida, las calles del centro. A la noche temblaba de miedo y una seguidilla de preguntabas rondaban en mis hemisferios, derecho e izquierdo y viceversa.
En esos momentos, en que uno pierde todo tipo de nociones, la lluvia inmensa se convirtió en cause. Por medio de las tecnologías empezamos a rondarnos, como los cangrejos cuando quieren aparearse. Él llegaba, yo lo esperaba, y una corriente de viento solar me partía en dos cada una de mis piernas y caía a un suelo que no era el típico. Esa ronda victoriosa, ese cortejo incaudicable, empezó a atravesar las sombras, la tristeza, los puentes rotos que me conectaban con la actividad. Una noche bailamos, hacía calor, era febrero. Estábamos rodeados de gente, que yo empezaba a reconocer porque tenían un rostro, también una pena, pero todos bailábamos y tomábamos cerveza, contentos de este telón.
            Me manejaba en un campo magnético que sacudía hacia todos los lados, girando siempre en torno a nuestros polos, que bien diversos, se empezaban a conjugar. Me devolvió una luz y yo le devolví un poema. Me levanté en un feriado, a mediados de marzo, con un impulso a las teclas que no podía controlar. Con una mezcla de vergüenza y osadía, escribí muchos versos. Le dije, de una manera preciosa, que  se encontraba en el inventario de las energías más potentes de la vida. Nada me podía detener hasta cerrar esas ideas que desplegaban gramática y sentido. Y ese fue tal vez, el punto de partida.
El rojo se ponía más denso, los demás colores, el azul. Pasaba el tiempo y las pasiones se desvanecían en actos y volvían a resurgir en sonidos y otras cosas. Las tormentas solares se hacían presentes. Las certezas eran cada vez más profundas. Las dudas también. El alma estallaba de actividad, se desmenuzaba en quinientas partecitas, volvía a reconstruirse y otra vez el círculo y las etapas bien raras.
            Al abrir las persianas todo supo ser más fácil. Ese amarillo incandescente, el surgir de la mañana, tras mañana, tras mañana. Los días con sus vueltas y los terribles cambios climáticos. Se produjo esa evolución estelar que me llamaba a tener demasiadas convicciones. Algunas tardes volábamos, nos escapamos cuarenta kilómetros en colectivo y caminábamos; otras noches nos veíamos involucrados en la mafia de Brando: la delicia de pernoctar.
            Él y sus manos me abrieron las puertas de la extrema fuerza de voluntad. Admiro esas extremidades cuando recrean la geometría descomunal. Su presencia se hace viva en lo que inventa con el paso de las horas; y yo resucito en cada línea y escribo cosas en una libreta, que surgen espontaneas, para no olvidarlas.
            Es en esa polaridad solar extraordinaria que fluyen nuestras energías. Sus rayos me siguen atrapando y fundiendo en esto que es tan misterioso como la muerte misma. Yo soy arbitrariamente otra desde que bailamos esa noche, en la que comencé por reconocer algunas caras. Él sabe ser esa luz fotosintética que todos necesitamos para crecer y transpirar, y a eso lo llamo el ciclo divino.   

* feliz cumpleaños a la persona más linda de este planeta lleno de agua y flotadores. 


     

martes, 13 de agosto de 2013

Invasión de Gente (((I)))



I
Llegan sobres, nunca son cartas
Ni boletas.
Papeles de pasamano y no pasatiempos.
Bajo y subo,
escaleras, puertas vaivén.
 Estoy cansada.
Me ahoga el calor y el frio.
Ya no me gusta separar días: letargo callejero.

II
Veo un edificio desde lejos.
Tiene las salidas de los calefactores
en forma de tubos
de aluminio.
-pienso el nombre de la foto –
“Calefacción central”

III
Camino bordeando el zoológico
Escucho solo un animal
que no distingo
pero sé que es animal.
Y no sé si está acechando
mi borde propio
mi sangre.

IV
Los viernes todos
 nos miramos sin ganas,
 estilo de vida zen.
Es inocente
la caminata densa
tiene perfume
temor  de la gente
levantar los ojos
y encontrar la textura

de la piel de la naranja.

*Seguimos caminando bajo la sequía extrema de la observación.-  http://www.youtube.com/watch?v=fVNcSAy_B48

martes, 26 de marzo de 2013

el metro del distrito /// //// Observaciones sorpresa

El sentimiento siempre fue ambivalente. Las personas cambiaban de andén como de camisa y yo estaba parada ahí con miedo y valor de aventura. Con los días el mensaje que él me daba se extendía y los tres pesos de boleto era lo que pagaba por tanta información. Me avergonzaba tan desigual intercambio, yo estaba de tránsito y él era el colectivo imaginario que hacía que mi mente tan rápida como su velocidad vuele por lo subterráneo y cambie de planetas y de hora de un instante al otro. Mochilas parlantes, historiadores frustrados, cantantes novatos, promesas de bolígrafos, comidas picantes y calientes, transpiración, roce. Manos y ojos por doquier. Ojos. En este punto me detengo. Me sentía atravesada por las miradas de los pasajeros. Percibía un embrujo satánico, un mensaje de siglos. Miradas rasgadas, ojos negros impolutos: de ese antifaz infinito se lanzaban brazos que me tomaban para que mi cara no deje de seguirlos. Tal vez era yo la que tendía el ritual sobre ellos tratando de averiguar quiénes eran. Prefería imaginarme ficciones que podían ser tan lejanas como cercanas a esa realidad. Afinaba con los días también mi escucha. Las quejas, las risas. Los tonos, diferentes de barrio en barrio. Las canciones de los niños y la fatiga de los ancianos, que también tomaban el metro sin pensar en la idea de que alguien les preste su silla. Estar ahí, agarrarme de la baranda y respirar el poco aire que podía era la escena que prefería de la estadía. Ir de punta a punta, recorrer por  lo bajo una ciudad hundida, hacer conexiones como se conectan las estrellas y una y otra vez verificar bajar en la estación correcta, señalando el mapa con mi dedo, dejando que él también haga ese trayecto. Pasar de la estación azul hacia la rosa, ir en dirección hacia la universidad descubriendo por mí misma luego las demás cuadras llegando al destino, con personas que no conocía pero que estaban vivas como yo, y que tal vez con otros fines de viaje, se acoplaban a mi plan de mediatarde. Los besos de las parejas, los scouts con broches y cintas colgando de sus medias blancas, los ciegos y sus canciones, la alegría de verlo llegar y dar cuenta de que el maquinista era en realidad mujer. Todo se montaba para sorprenderme. Inspeccionaba hasta las bolsas del mercado descifrando qué era aquella verdura verde con pinches, unas bebidas flúo o chicles de otros sabores. Un día mirando las pantallas de información me topé con declaraciones de Maradona y sin poder compartirlo con nadie, me subí contenta sintiéndome un poco acompañada aunque más no sea por una noticia. Mis distracciones puede que sean mundanas, pero son mías y yo las transformo en sorpresa.

 * Soy una esponja de mar •• http://www.youtube.com/watch?v=_56GlDtyl2U&list=FLdUy0Zgo9-sMdSZ1fx00JWg

martes, 29 de enero de 2013

Patear más piedras /// /// - //



No busco en los umbrales
que no tengan un farol a medida,
no evito peleas callejeras
no evito la gente que se queja,
simplemente me fijo
si ahí es donde me quiero quedar
bajo un ancla serena que me tira
y se ríe.

Si es que intento silbar  
en un  tono de eternidad
o tomar algo que no me hará mejor.
Tal vez alivie el alma
o las articulaciones
pero la voz canta otras cosas
[la voz en off siempre presente]

La calle ahora me suena a herida
los pies rojos, las ampollas de agua,
amarillas,
como el sol
cuando explora personas ajenas.

En el bolsillo quedan fantasmas
los papeles se rehúsan a envolverme
y llego a casa empapada,
llego a casa,
y no tengo más que verduras,
limones,
que sanan solo a un hígado.

La realidad tiene una doble cortina
incesantes colores,
hoy soy un remito
pero puedo mutar en  orquesta:
con la palabra, explota el sentido
y  trago un silencio
de paz, la casi absoluta. 


*Fascinada con los puntos de inflexión, la observación pura, esa capacidad que es mi deseo para ustedes en este 2013. Miremos a todas las personas a la cara, sus rasgos, hay tanto afuera de lo que tenemos que aprender. Y amemos, a quienes queremos tener bien cerca, a las plantas, el mar y todo cuanto valoremos. Sí que el amor salva. http://www.youtube.com/watch?v=KiXLIfdHxfc