martes, 26 de marzo de 2013

el metro del distrito /// //// Observaciones sorpresa

El sentimiento siempre fue ambivalente. Las personas cambiaban de andén como de camisa y yo estaba parada ahí con miedo y valor de aventura. Con los días el mensaje que él me daba se extendía y los tres pesos de boleto era lo que pagaba por tanta información. Me avergonzaba tan desigual intercambio, yo estaba de tránsito y él era el colectivo imaginario que hacía que mi mente tan rápida como su velocidad vuele por lo subterráneo y cambie de planetas y de hora de un instante al otro. Mochilas parlantes, historiadores frustrados, cantantes novatos, promesas de bolígrafos, comidas picantes y calientes, transpiración, roce. Manos y ojos por doquier. Ojos. En este punto me detengo. Me sentía atravesada por las miradas de los pasajeros. Percibía un embrujo satánico, un mensaje de siglos. Miradas rasgadas, ojos negros impolutos: de ese antifaz infinito se lanzaban brazos que me tomaban para que mi cara no deje de seguirlos. Tal vez era yo la que tendía el ritual sobre ellos tratando de averiguar quiénes eran. Prefería imaginarme ficciones que podían ser tan lejanas como cercanas a esa realidad. Afinaba con los días también mi escucha. Las quejas, las risas. Los tonos, diferentes de barrio en barrio. Las canciones de los niños y la fatiga de los ancianos, que también tomaban el metro sin pensar en la idea de que alguien les preste su silla. Estar ahí, agarrarme de la baranda y respirar el poco aire que podía era la escena que prefería de la estadía. Ir de punta a punta, recorrer por  lo bajo una ciudad hundida, hacer conexiones como se conectan las estrellas y una y otra vez verificar bajar en la estación correcta, señalando el mapa con mi dedo, dejando que él también haga ese trayecto. Pasar de la estación azul hacia la rosa, ir en dirección hacia la universidad descubriendo por mí misma luego las demás cuadras llegando al destino, con personas que no conocía pero que estaban vivas como yo, y que tal vez con otros fines de viaje, se acoplaban a mi plan de mediatarde. Los besos de las parejas, los scouts con broches y cintas colgando de sus medias blancas, los ciegos y sus canciones, la alegría de verlo llegar y dar cuenta de que el maquinista era en realidad mujer. Todo se montaba para sorprenderme. Inspeccionaba hasta las bolsas del mercado descifrando qué era aquella verdura verde con pinches, unas bebidas flúo o chicles de otros sabores. Un día mirando las pantallas de información me topé con declaraciones de Maradona y sin poder compartirlo con nadie, me subí contenta sintiéndome un poco acompañada aunque más no sea por una noticia. Mis distracciones puede que sean mundanas, pero son mías y yo las transformo en sorpresa.

 * Soy una esponja de mar •• http://www.youtube.com/watch?v=_56GlDtyl2U&list=FLdUy0Zgo9-sMdSZ1fx00JWg